Reflexiones, El éxito, una cuestión de objetivos, por Tornillo
En innumerables ocasiones recibo la consulta de alumnos de todas las edades y en
todos los niveles de aprendizaje acerca de "fórmulas infalibles" para lograr
determinadas capturas. En algunas de ellas
intento poner a su alcance herramientas sencillas que por experiencia pueden dar
resultado... pero en la mayoría mi respuesta es "no sé".
Resulta curioso que un instructor diga "no sé" sin ponerse colorado, y se trata
de una saludable práctica que aprendí de colegas docentes en ésta y otras disciplinas
similares.
No obstante, el "no sé" puede resultar constructivo y motivador si lo
acompañamos con tres ingredientes fundamentales:
1) En la respuesta debemos incluir un ramillete de factores inherentes a la pregunta para
que el alumno vea las múltiples posibilidades que pueden presentarse y de allí en más
él mismo pueda razonar y encontrar su respuesta.
2) Enfatizar, como dice Mel Krieger, que lo hermoso de la pesca con mosca es que se trata
más de una forma de arte que de ciencia, y por lo tanto no hay absolutos en ella.
3) Sintetizando lo expresado en el poema "Ítaca" de Constantino Kavafis, lo
enriquecedor es el camino y no la meta. Este concepto filosófico debe ser transmitido
buscando que el alumno termine por sentirlo como propio.
Bien... ¿qué tiene que ver esto con el éxito? Mucho, creo. Veamos, "éxito" y
"objetivo" son dos palabras íntimamente ligadas, ya que el primero depende
necesariamente del segundo. Y el segundo surge de
nuestra propia huerta. Por ejemplo, si nuestro objetivo al poner el pie en el agua es
pescar una trucha de 8 kilos, estamos ante una situación con altísimas posibilidades de
fracaso. Ojo, sé muy bien que si no fracasamos la satisfacción será grande.
Este ejemplo nos pone en una interesantísima perspectiva de análisis ya que, aunque la
mayoría de los pescadores lo niegue enfáticamente, sus objetivos al pisar el agua en
gran medida se parecen al mencionado (y
todos dirán "¡Oohhh, qué gran pescador es Mengano, sacó una de 8 kilos!",
Cosa que en definitiva a todos nos gusta.
Ud. puede pensar "claaaaro, éste me viene con eso porque él ya se cansó de pescar
truchas de 8 kilos." La realidad es que en mis casi 14 años de mojar plumas jamás
pesqué un pez con semejante peso. Y no porque no lo haya buscado.
No estoy hablando de resignarnos a no pescar jamás una trucha tan grande, sino de ampliar
nuestra mirada en otros sentidos para enriquecernos como pescadores. De esta manera, en el
momento que nuestro submarino se prenda al anzuelo estaremos internamente preparados para
enfrentarlo.
Idealizar una trucha grande no hará más que acrecentar nuestro temor de que se escape en
el momento de enfrentarla. Y lo digo por experiencia ya que todas las truchas grandes que
no pude pescar se soltaron por mi
culpa. ¡Todas, sin excepción!
La diferencia es que hoy no vivo esos momentos con tristeza (o calentura feroz, cosa que
también experimenté a punto de ignición con mis compañeros desesperados en busca de
unos matafuegos).
Juan Pablo García escribió alguna vez "Trate siempre que una gran trucha sea un
sueño y no una obsesión.
El sueño es alcanzable, la obsesión frustrante". Es una cita que me encanta y no
me canso de repetirla en mis verborragias conferencias.
Tampoco deseo que esto se interprete como un justificativo para aquellos días en que no
vemos una escama ni dibujada, porque eso no le gusta a nadie (ni a mí, le confieso). Pero
podemos considerar que ese día el río nos está tratando de emocionar con otras cosas
que no son peces. Por ejemplo un bello atardecer, un cast perfecto, un buen whisky con las
patas en el agua o la charla con nuestro ocasional compañero.
También puede ocurrir que se nos pinche el wader, haga frío, llueva, nos olvidemos la
petaca, no pesquemos un maraño, cortemos un shooting y nos clavemos la Woolly en el
hortelano... bueno, todos podemos tener un mal
día. Quiero decirle que hasta de ése mal día podemos hacer algo positivos nos detenemos
a mirarlo desde otro lado: piense en que debe ser muy feo llegar a viejo sin tener cosas
para contar, y un día así puede ser
una perla interesante para nuestros nietos pescadores.
Lo que deseo transmitirle, crudamente, es que considere un cambio en su enfoque al pescar.
Una especie de "Salsa para ser feliz" que a mí me ha dado resultados y me
permitió abrir en forma considerable el abanico de
experiencias ricas en placer, aprendizaje y éxito.
Trate de ser como el río. Obsérvelo. Sienta el agua. Escuche su sinfonía libre de
ataduras, su corriente que fluye y se deja llevar. Nada puede detener su destino de mar.
Ni siquiera las represas podrán encarcelar su energía. Inevitablemente sus aguas se
liberarán y llegarán al mar.
De esta misma forma, nada evitará que Ud. tenga éxito pescando. Porque el éxito
consiste en pescar y lo demás debe ser anecdótico. No trate de pescar, sólo pesque. La
trucha de sus sueños no debe ser la meta, sino
un paso en el camino.
No crea que su suerte va a cambiar si va a otro río que promete más peces y más
grandes. Porque puede ser que existan y hasta que Ud. Los pesque... ¿Y luego? ¿Cuál
será su objetivo de allí en más? ¿Cómo se sentirá pescando en ríos que no ofrecen
semejantes posibilidades de captura?
Volvemos a citar al gran Constantino Kavafis en otra parte de su obra (Ciudad): "Si
has arruinado tu vida aquí, la has arruinado en todas partes".
Hasta pronto, nos vemos en el río.